La contaminación derivada de esas materias primas pone en riesgo la biodiversidad y la salud humana y también a importantes sectores de la economía, debido a que la gestión inadecuada de los residuos tiene altos costos económicos. Es frecuente que las municipalidades, que suelen ser las principales responsables del reciclaje y eliminación de residuos, se vean desbordadas por esta tarea.
La economía circular puede ser la solución. La economía circular es un sistema en el que los materiales no se convierten en desperdicios y además, tiene en cuenta la capacidad de regeneración de la naturaleza, [LG1] [AC2] , lo cual constituye una estrategia fundamental para lograr los objetivos globales de sostenibilidad y mejorar la vida de las personas en todo el mundo. Su objetivo es reducir el impacto medioambiental de las actividades humanas y crear una economía más sostenible y resiliente a base de propiciar la colaboración entre gobiernos, empresas, sociedad civil y consumidores.
Un objetivo importante de la economía circular es impulsar la transformación del sector residuos. Así, deja de ser un servicio de retirada de residuos y se convierte en un recurso sostenible de la economía, que a la vez protege el medioambiente y crea oportunidades de empleo. En América del Sur, los recicladores, antes denominados “desechables” forman parte integral de la implementación de modelos de economía circular. Sin ellos no sería posible el reciclaje de materiales en estos países, porque los sistemas oficiales se ven desbordados por la ingente cantidad de desechos. Los recicladores son quienes impulsan esta economía circular a nivel comunitario.
Los recicladores están haciendo notar su labor en los paisajes urbanos de todo el país. En Colombia hay unos 100,000 recicladores o recolectores de residuos, y no todos ellos están identificados, puesto que no todos se han registrado formalmente, ni forman parte de una asociación de recolectores de desechos sólidos. En realidad, sólo el 10% están organizados, los demás trabajan de manera informal en empleos marginales y precarios.
En América Latina, entre el 25 y el 50% de todos los materiales que procesan las empresas recicladoras proviene de los recolectores de residuos, por tanto, su trabajo contribuye a reducir la extracción y producción de materiales reciclables, a la vez que se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de los camiones.
“Queremos sacar de la informalidad a los recicladores”, dice Andrés Cortés, asesor técnico de Swisscontact. “La meta es colaborar con las asociaciones para que se formalicen e integrar a los recicladores en asociaciones formales, y tal vez en el futuro integrarlos como empleados en una empresa de reciclaje”.
La ciudad de Cali genera unas 1922 toneladas de residuos al día. De esa cantidad, sólo el 14 o 15% se recicla, aunque los estudios muestran que se podría reciclar el 30%. Los vertederos siguen saturándose y, según el Ministerio del Medioambiente, en los años venideros más de 300 vertederos en el país estarán llenos a su máxima capacidad.
La ciudad es un caso que demuestra que existen oportunidades para las organizaciones de recolectores de residuos. Nicolás Sarriá, jefe de Economía Circular de la empresa Industrias Carvajal de Cali, remarca que esta empresa está comprometida con el reciclaje: “Carvajal se fundó en 1904 en Cali, Colombia. Es una empresa familiar que ha evolucionado en el transcurso de las generaciones hasta convertirse en una empresa panregional que tiene presencia en diez países y opera en tres sectores: papel y embalaje; tecnología y servicios; bienes raíces. Carvajal es una compañía comprometida con el cuido del medioambiente y con las comunidades, y sus más de 17,000 empleados componen esta familia”.
Las industrias como Carvajal tienen un importante desafío; la desconexión entre las múltiples partes de la cadena de valor. Por eso es clave comprender la importancia del rol de cada quien, en particular quienes reciclan. “No es simplemente una cuestión de implementar una política; se trata de aprovechar la oportunidad para generar un impacto significativo”, argumenta Sarriá. “Tanto para los recolectores como para las asociaciones de recolectores es igualmente crucial entender que no se trata de un proceso aislado, sino que forman parte integral de un ecosistema mayor”.
Carvajal ha dedicado programas y estrategias a trabajar dentro de estas cadenas, captando las complejidades del papel de cada empresa y acelerando el progreso. “Nuestro propósito es servir a la comunidad, porque estamos firmemente convencidos de que el beneficio mutuo es la única vía para el crecimiento sostenible”, dice Sarriá.
Irene Ramírez fue en otros tiempos recolectora, y al paso de los años desarrolló sus capacidades mediante capacitaciones y cursos en el El Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), una entidad del Estado Colombiano para la capacitación laboral. Actualmente Irene dirige la empresa de reciclaje REMA, que trabaja con empresas privadas y con las autoridades locales.
“REMA nació en 2009”, explica ella. “Cuando comenzamos había apenas 95 recolectores. El proceso de formalización se hizo en el 2017, con 120 recolectores, y hoy en día hay 400, de los cuales 60% son mujeres y 40% son hombres”.
Las personas recolectoras de residuos llegan a REMA por diversas vías; algunas buscan trabajo, otras son mujeres que no tienen oportunidades, o simplemente buscan un lugar donde tengan cabida. Pero necesitan estar dispuestas a participar en la capacitación y asegurarse de cumplir una cuota de trabajo. A este respecto se han estipulado algunas reglas que todos y todas tienen que cumplir, lo cual garantiza un funcionamiento más eficiente de la organización. Cabe destacar que antes de formalizar su membresía, la organización verifica que los recolectores tengan al menos dos años de experiencia en el reciclaje, y que cumplan los tiempos y las frecuencias programadas. Formalizarse implica avanzar a una etapa más estructurada para no quedarse fuera del mercado.
Si los recolectores tienen una ruta específica y el compromiso de cumplir horarios y frecuencias pueden acceder a mejor paga, misma que aportan los contribuyentes. Esta paga se basa también en la cantidad de trabajo que pueden cumplir durante el mes, calculado en toneladas. No obstante, esa paga cuenta con el respaldo de la Superintendencia de Servicios Públicos, y se gestiona mediante un mecanismo de autocontrol.
REMA lleva registro del peso de los materiales acopiados por cada persona recolectora que está inscrita en la organización. Se les paga cada mes conforme al peso y a la calidad del material recolectado.
Puede decirse que el reciclaje es una tarea de mujeres. La mayor parte de las mujeres que se dedican al reciclaje son madres y, puesto que el reciclaje es un trabajo de subsistencia y una actividad independiente, permite mayor flexibilidad, por lo que es conveniente para las mujeres que tienen niños pequeños.
En cuanto a las desigualdades de género que dificultan el acceso de las mujeres a puestos de liderazgo y de toma de decisiones; para Irene no era fácil trabajar en un oficio en el que los hombres suelen mandar. En su condición de mujer y recolectora de residuos, más de una vez tuvo que plantarse ante hombres de negocios para defender los derechos de sus compañeras de trabajo. Y puesto que no estudió leyes, tuvo que memorizar los reglamentos que aplican las empresas para gestionar los residuos; así logró convencerlos de que las cooperativas de reciclaje son convenientes.
No ha sido fácil el camino al fortalecimiento de la comunidad de recicladoras. “La industria de los residuos es muy ruda, hay muchos intereses en juego”, dice Ramírez. “Cuando se trata de negociar y vender el material, la figura masculina sigue siendo la preferencia, pero también se topan con mujeres que pelean y negocian igual de bien”.
“En Colombia, las mujeres están demostrando que son líderes fuertes, inteligentes y capaces en cualquier campo”, dice ella. “Necesitamos que nos den oportunidad de ocupar puestos de liderazgo, servir como ejemplo para otras mujeres y demostrar que podemos dar buenos resultados en cualquier tarea. En cuanto a mi recorrido en el reciclaje, por salirme de mi casa muy joven tuve muchos problemas, y aunque no tuve educación formal, me dediqué con empeño y me esforcé al máximo y eso me ayudó a superar obstáculos y a seguir el camino donde estoy ahora”.
Para Irene, la formalización de su cooperativa ha sido la clave para cambiar la vida de muchas recicladoras.
Y aunque las condiciones han mejorado para muchos de las personas comprometidas con el reciclaje, el reto para muchos otros sigue siendo el mismo: sobrevivir en medio del gran dilema de los residuos urbanos; el beneficio para unos pocos, frente a las necesidades de la mayoría.