Con sólo 21 años, Moisés Izaguirre ya sabe lo que quiere para su futuro, “en cinco años espero tener mi propio negocio de café”, expresa en un tono decidido. Se formó como mesero durante siete meses en el Instituto Nacional de Formación Profesional (INFOP) San Felipe, en Tegucigalpa, como parte del programa ProJoven de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación COSUDE, implementado por Swisscontact.
A inicios de este año, comenzó a trabajar en un restaurante bastante conocido de la capital hondureña, especializado en pizzas y cerveza artesanal. El que ahora es su jefe, fichó a Moisés cuando él todavía trabajaba en otro establecimiento y quedó asombrado de su destreza y buena disposición en la atención al cliente. Esa oportunidad fue la que, junto con la formación profesional, cambió su vida.
Moisés vive a 20 kilómetros de su lugar de trabajo, en un pueblo llamado Tatumbla. Viaja todos los días en su moto; el medio de transporte que ofrece mayor accesibilidad en una ciudad que no está preparada para la gran cantidad de automóviles que circulan. A veces trabaja por las mañanas y otras veces por las tardes y concilia su vida laboral con estudios de especialización en cocina.
“Los horarios en gastronomía son complicados”, reconoce, “pero me gusta mucho mi trabajo y no siento que sea un sacrificio. Todos los días espero aprender algo nuevo y mi jefe me da la posibilidad de seguir aprendiendo”.
Pero no siempre fue así. “Antes de entrar a la formación no tenía un plan de vida, expresa. “Si bien siempre fui una persona amigable y enfocada en los estudios, tenía baja autoestima; sin proyectos que llevar a cabo”. Me crie con mi abuela y mi tía y hasta hace poco volví a tener lazos con mi mamá”. “Ser joven no es fácil en Honduras, sobre todo cuando no tienes alguien que te apoye y te guíe”.
“Antes trabajaba un hotel como lavaplatos, pero un día me dije: no puedes seguir lavando platos toda la vida. Entonces me anoté en el curso de mesero y allí aprendí también el oficio de bartender”.
Entró al INFOP buscando formarse en alguna ocupación y acceder a un empleo por medio de los cursos y talleres de formación profesional que allí se dictan. Así se enteró del programa ProJoven, que apoya a la juventud de Honduras con cursos técnicos de calidad que les permita encontrar trabajo y generar ingresos.
“El programa nos ayuda a enfocarnos en lo que uno tiene que ir corrigiendo. Después de entrar a ProJoven mi cabeza cambió, mejoré como persona, me volví más culto. Te dan mucho apoyo en áreas de autoestima, crecimiento personal” remarca Moisés.
ProJoven, tambien, promueve el autoconocimiento por medio de espacios vivenciales con temas en autoestima y valores; además, brinda talleres para el fortalecimiento de las habilidades sociales, búsqueda efectiva de empleo, innovación y creatividad para lograr emprender.
De la promoción de jóvenes que compartió la formación con Moisés, la mayor parte está trabajando, asegura. Sin embargo, reconoce que la mayoría de los jóvenes de su entorno cercano, como amigos y familiares no ha logrado cumplir sus metas. “La disposición de la persona y contar con el apoyo de alguien que te motive es lo más complicado. Siento que, en Honduras, como jóvenes, pocas veces nos dan la oportunidad de crecer. Además, el tema de la violencia lo agrava todo” subraya Moisés mientras termina de preparar un café para un cliente.
“Lo que uno aprende es de por vida. Lo absorbes para aplicarlo en el futuro." Tiene una actitud nata para la atención al cliente, a lo que se le suma su carácter detallista y sus ansias de mejorar y crecer. Él, como la mayoría de jóvenes tiene sueños: “desde que comencé tengo muchos planes que cada vez son más grandes. Espero en cinco años iniciar mi propia empresa de café; me gusta mucho el barismo“.