Bolivia enfrenta el reto de diversificar su matriz energética. Las fuentes renovables como la solar y eólica representan solo el 5% de la producción nacional. Sin embargo, el país cuenta con normativa que permite la autogeneración y conexión al sistema de distribución, aunque es necesario fortalecer la capacitación y la sensibilización para fomentar su aprovechamiento.
En este escenario, la movilidad eléctrica y las energías renovables se presentan como áreas estratégicas para avanzar hacia un desarrollo sostenible.
Pero hay un factor que podría cambiar esta realidad: la formación técnica. Con el apoyo del Servicio de Liechtenstein para el Desarrollo (LED), Swisscontact implementa el proyecto Formación en Competencias Verdes, cuyo objetivo es capacitar a docentes que preparen a jóvenes en energías limpias, movilidad eléctrica y gestión de residuos sólidos.
“Las energías renovables y la movilidad eléctrica necesitan infraestructura técnica, pero también personas capacitadas para operar y mantener esa tecnología”, afirma Cisneros.
“Los docentes deben contar con conocimientos actualizados que les permitan formar a estudiantes con competencias verdes, preparándolos para responder a las demandas del mercado laboral”, señala otro de los especialistas participantes, Marcelo Gorritty.
Los institutos de formación técnica tienen un papel clave en esta transición energética. Es fundamental capacitar a docentes y estudiantes en áreas como instalación de paneles solares, manejo de tecnologías limpias y gestión de residuos.
En ciudades como Santa Cruz, La Paz y Potosí, 200 docentes de seis institutos tecnológicos participaron en capacitaciones prácticas. Ahora, están listos para compartir esos conocimientos con cientos de estudiantes que, a su vez, llevarán estas habilidades al mundo laboral.
Aunque el foco está en carreras técnicas como electromecánica, electricidad industrial y mecánica automotriz, la sostenibilidad no se limita a un solo campo. En gastronomía, por ejemplo, los institutos ya exploran cómo aprovechar residuos orgánicos para generar biogás o compost.
Este cambio no ocurre solo. La cooperación internacional ha sido clave, pero también lo es el compromiso local. Para que estas iniciativas se sostengan en el tiempo, se necesita más inversión en equipos, más alianzas con empresas y más conciencia ambiental en comunidades y escuelas.
“El potencial está ahí, pero es necesario aprovecharlo mediante un impulso sostenido a la formación técnica, el acceso a tecnología y el desarrollo de competencias verdes”, concluye Cisneros.
El futuro energético de Bolivia depende de muchas cosas: políticas públicas, tecnología, inversión… pero también, y sobre todo, de las personas. Y esas personas hoy están aprendiendo en las aulas técnicas de Bolivia, gracias a una educación que mira al planeta y apuesta por el mañana.