Más allá de las palabras de moda, la “economía verde” comienza a tomar forma. Una reciente investigación encargada por Swisscontact revela que más del 20% de los empleos actuales podrían transformarse en empleos verdes si se ofrece la formación adecuada. ¿Qué significa esto para el país y para su gente? Nuevas oportunidades. Nuevas habilidades. Y, sobre todo, una nueva forma de entender el desarrollo.
Un empleo verde no es solo un trabajo que cuida el medioambiente. Es una ocupación que, a través de prácticas sostenibles, reduce el impacto ambiental, mejora la eficiencia y genera valor social. Desde instaladores de paneles solares hasta técnicos en reciclaje o guías turísticos ecológicos: estos trabajos ya existen. El desafío está en formar personas capaces de ocuparlos.
El estudio, desarrollado por Carola Tito y Apolinar Contreras, identificó sectores con gran potencial:
Estas representan el 67% del mercado verde en Bolivia. Pero hay un obstáculo importante: la falta de formación técnica específica.
Aunque el interés por prácticas sostenibles crece, la mayoría de las empresas no encuentra fácilmente talento calificado. “La principal barrera es la falta de programas educativos con competencias verdes integradas”, señala Contreras. Además, como añade Tito, muchas veces las competencias verdes no son reconocidas formalmente, lo que limita su valor en el mercado laboral.
Swisscontact, con el apoyo del Servicio de Liechtenstein para el Desarrollo (LED), trabaja para cambiar esta realidad a través del proyecto Formación en Competencias Verdes. El objetivo es claro: formar personas para empleos que no solo generen ingresos, sino que también cuiden del planeta.
Las competencias clave que se están promoviendo incluyen:
No se trata solo de crear nuevas profesiones. El estudio destaca el “enverdecimiento” de ocupaciones tradicionales. Un soldador, por ejemplo, puede adaptar sus habilidades a la construcción sostenible. Así, quienes ya tienen experiencia técnica pueden reconvertirse sin empezar de cero.
Además de habilidades específicas, el estudio recomienda integrar en los programas formativos competencias generales sobre sostenibilidad ambiental: pensamiento crítico, conciencia ecológica y trabajo colaborativo. Formar técnicos que también sean ciudadanos comprometidos.
Las empresas verdes enfrentan barreras importantes: falta de materiales, acceso limitado a financiamiento, y sobre todo, carencias en conocimiento técnico. El estudio insiste en que se requiere un enfoque integral, que combine formación, apoyo a políticas públicas y trabajo conjunto entre actores públicos y privados.