En una comunidad pequeña de Coatepeque, 17 personas se sentaron frente a sus diplomas. Pero estos no solo acreditaban una capacitación. Eran símbolos de algo mucho más grande: la reconstrucción de una vida interrumpida.
Entre ellos estaba Herman, una persona que había intentado migrar a Estados Unidos. Como muchos, no lo logró. El retorno fue duro. Volver sin éxito puede sentirse como un fracaso. Pero en este grupo, Herman encontró algo que no esperaba: apoyo, escucha y, sobre todo, la oportunidad de redefinir su camino.
El proyecto PERSPECTIVAS, financiado por la Cooperación Alemana a través del Banco de Desarrollo Alemán KfW, ejecutado por SISCA con el apoyo técnico de Swisscontact, en el marco de la alianza entre la República Federal de Alemania y los países del SICA, desarrolló formación en habilidades blandas y atención psicosocial para personas migrantes retornadas en Aldea Colón.
La formación no fue solo técnica. Fue profundamente humana.
Los participantes aprendieron a comunicarse mejor, trabajar en equipo, resolver conflictos y, sobre todo, recuperar la autoestima perdida en la ruta migratoria. La escucha activa, la contención emocional y los espacios de confianza permitieron que cada persona resignificara su experiencia.
“Por primera vez sentí que alguien me escuchaba”, compartió una participante.
Más del 90% de quienes asistieron desean seguir participando en los servicios. Y es que no se trata solo de cursos: se trata de sentirse parte de algo, arraigarse nuevamente a su lugar de origen. Se formó una comunidad que aprendió a apoyarse mutuamente, a confiar en sus capacidades y a imaginar futuros posibles sin tener que irse.
Habilidades Blandas:
Atención Psicosocial:
Muchas veces, el retorno es visto como una derrota. Pero este proyecto mostró que puede ser una segunda oportunidad. Porque volver no es solo regresar físicamente. Es también un proceso emocional y social que requiere tiempo, apoyo y herramientas.
Este esfuerzo va más allá de un programa, integrando habilidades blandas y atención psicosocial como pilares para una reintegración sostenible, que reconoce el retorno no solo como un reingreso físico al país, sino también como una reconstrucción emocional y social. Además, fue posible gracias al trabajo coordinado con la Pastoral Social Cáritas de la Arquidiócesis de Los Altos.
Herman y sus compañeros hoy saben algo que antes parecía lejano: el cambio es posible. El verdadero certificado que se llevaron no fue el papel, sino la certeza de que tienen valor, capacidad y futuro.